¿¿Ida de olla???
Sí, te he de confesar una cosa.
Miro hacia atrás de vez en cuando. Aún no sé por qué lo hago. Costumbre, supongo.
Me veo marchándome de la habitación y girándome a echar una última ojeada. Un segundo, quizás dos. Tiempo perdido. Tiempo que no soluciona nada, quizá sea el tiempo necesario para perder el bus. y total, ¿para qué? lo que se tenía que olvidar ya se olvidó. Te das cuenta en la calle, y si tienes suerte, al entrar al ascensor. Luego te preguntas si es imprescindible volver a por ello, sólo a veces lo es, y sólo muy pocas veces decidimos volver.
Me doy cuenta de que estás porque dejas la cama a medio hacer, más bien a medio deshacer. Y ahora que ya no estás aquí, estoy yo para dejar los pedacitos de ella bien recompuestos. No es orden, qué más querría, pero es un detalle, igual la única diferencia entre nosotros dos. Odio volver y que esté la cama hecha. Y aún es peor si he preferido no hacerla.
Cuando tú no estás y la dejo sin hacer, está fría, helada. ¿Por qué si tú la has dejado con las sábanas revueltas continúan desprendiendo calor?
¿Eres tú, o somos los dos?
Ayer pasé frío, me acosté y me desperté con los pies-cubito. Y hoy he inaugurado oficialmente el invierno en mi habitación. He sacado el plumón, ese que sabes que asfixia, y le he puesto las sábanas de rayas. Pensé que olerían a humedad, pero no. Huelen a limpito, a Mimosín.
3 Comments:
GRACIAS
P.D.: hace mucho frío aquí por la noche, al amanecer está todo el campo blanco de la helada, qué bien se está debajo del nórdico...
me da hasta un poco de verguenza escribir en este post tan bonito e íntimo pero....estámuy bien escrito!
Juan: bienvenido eres siempre, además, ya me gusta que me halaguen, of course ;)
Publicar un comentario
<< Home